Inteligencia artificial: ¿amenaza u oportunidad?
Escribe: Edwin Chávez Zavala, CEO Siemens Perú y Ecuador.
Business Empresarial.- El Foro Económico Mundial, celebrado en enero de este año, puso un esfuerzo por “construir una Globalización 4.0”, como enfoque central. Sin embargo, se vio menguado por el informe de “riesgos globales”, donde destacaron los económicos, ambientales, tecnológicos y hasta el impacto de la Inteligencia Artificial (IA), que generó distintas reacciones.
La IA parece ser esa nueva revolución tecnológica, comparable quizás a la que se dio en la época de Copérnico, con su teoría heliocéntrica; a la de Galileo, con el telescopio; y la de Newton, con la teoría universal de la mecánica. En un símil, habríamos pasado ya las dos primeras y estaríamos entrando a la “era Newtoniana”.
Las computadoras están con nosotros desde hace 70 años. Entraron en nuestra vida como asistentes o entretenimiento y, en una transición, pasaron a un nivel de dependencia crítica. Se volvieron poderosas y su capacidad de tomar decisiones ya igualó a la del ser humano; al menos en términos de volumen, no de calidad. En los 5 últimos años, los ordenadores se han desarrollado más que en los últimos 50. Están pasando del Intelecto sensorial (hablar, leer) al Intelecto estratégico (jugar ajedrez, etc.).
La IA, según la RAE, es “la disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecuten operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”. Para poder equipararse a nuestro intelecto, requiere de gran capacidad de procesamiento de datos, ingente capacidad de memoria e información, así como tener predictibilidad de resultados. Hasta ahora, para “enseñar” a las máquinas ingresamos instrucciones y esperamos un resultado; en cambio, en la IA en cambio, se requiere mediante algoritmos complejos inducir a las computadoras a su propio aprendizaje. Estamos lejos de lo que se llama la IA fuerte; es decir, una máquina que no solamente haga una tarea automáticamente, sino que tenga conciencia de sí misma, realice juicios de valor, tenga “alma artificial”. Eso se conocería como Singularidad, que es cuando la IA supera en sus capacidades al ser humano.
Importantes voces han alertaron de los “peligros” de la IA, y sugieren frenar su desarrollo hasta entenderla mejor. El verdadero reto reside en que las empresas y los países desarrollemos esta tecnología, con cautela y responsabilidad, sobre la base de normas universales y estrictos principios éticos. Nos veremos desafiados, desde la dirección estratégica hasta la gestión de talento humano. Pero valdrá la pena.